¿Cuántas veces, como padres, habremos repetido frases como “no me obedece”, “tengo que repetirle las cosas cien veces” o “ya no sé qué más hacer con él ” ?.
Que tu hijo te obedezca dependerá de varios factores: la forma en que le pides las cosas, aquello que le pides y las consecuencias derivadas de su comportamiento.


¿Cómo se lo digo?.
Cuéntale con exactitud lo que esperas que haga. No le digas “Se bueno”, porque, ¿qué es para ti ser bueno? Lo más probable es que la respuesta a esta pregunta sea diferente para ti que para tu hijo. En contrapartida, puedes decirle, “presta atención a tu profesora”, refiriéndote con ello a un comportamiento concreto.
Si utilizamos frases como “eres un vago” no estamos señalando un comportamiento que queremos que cambie. Le estamos señalando a él como algo inmodificable cuando es su comportamiento el que queremos que varíe. Si en lugar de eso señalamos su comportamiento, él sabrá qué es lo que nos gustaría que cambiase.

¿Cómo le expreso las ordenes?.
Procuraremos realizarlo de forma positiva.
Intentemos evitar decirle “no grites” y, en su lugar, mejor indicarle diciendo “habla más bajito que te oigo mejor”. Si le damos las ordenes en negativo sabrá qué es lo que nos enfada de su comportamiento, pero no lo que esperamos de él.

¿Cómo debo referirme a él?.
Debemos ser firmes, y ello no implica gritar, pero si adquirir un gesto serio.
Buscaremos su mirada y le haremos una señal gestual que le ayude a centrar la atención en aquello que le pedimos. Por ejemplo, “Vístete que se nos hace tarde” (mientras le señalamos la ropa). Es recomendable, además, la utilización de expresiones como “ya” o “ahora”, con las que le indicaremos cuando esperamos que realice lo que le pedimos.

¿Y si me dice : “ahora no, estoy haciendo otra cosa”?.
En este caso busca una alternativa a su comportamiento: “ahora es la hora de cenar pero después puedes seguir con lo que estás haciendo”.

¿Cómo hacerle sentir partícipe de lo que le he pedido?.
Si le das la opción de elegir se sentirá parte del proceso de toma de decisiones y parte del proceso de elección. Por ejemplo : “¿prefieres recoger los platos o poner la lavadora?”.

¿Cómo conseguir su atención?.
Tenemos que tener en cuenta que las explicaciones que demos a nuestros hijos deben ser cortas y concretas. Lo habitual es que presten atención un minuto por año de edad cumplido.

¿Y si me dice… “cómo no voy a hacerlo si tú también lo haces”?.
Tenemos que tener presente que somos su modelo a seguir. Si yo le pido que recoja su ropa, pero yo tengo el armario desordenado, no me tomará en serio. Pensará ¿por qué tengo que hacerlo si él no lo hace? .

¿Y si estoy más cansado, irritado, irascible y la tomo con él?.
Todo ello puede repercutir en la relación con nuestro hijo. Todos tenemos días malos en el trabajo, días que llegamos cansados y saturados, pero no debemos pagarlo en ningún caso con él. Es importante identificar nuestro enfado y retirarnos para que cuando estemos más calmados podamos hablar con él con tranquilidad.
En resumen:
  •  Si queremos que nuestro hijo cambie su comportamiento, debemos concretar cuál es exactamente el comportamiento a modificar.
  •  Debemos expresarle las ordenes en positivo, buscando su mirada para captar su atención y, teniendo en cuenta que su atención es limitada en el tiempo, por lo que es conveniente que las ordenes sean cortas y concretas.
  • Es recomendable utilizar expresiones como “ya” o “ahora”, que le indicarán cuando queremos que realice lo que le hemos pedido.
  • Conviene hacerle sentir parte del proceso dándole, para ello, la opción de elegir.
  • No debemos olvidar que somos su modelo a seguir, por lo que es fundamental convertirse en una influencia positiva para él.
  •  Debemos tener en cuenta que es conveniente saber identificar las necesidades personales y cubrirlas para que éstas no afecten en la relación con tu hijo.
  • Por último, no debemos olvidar reforzarle y felicitarle con cada acción que le acerque al objetivo que queremos que consiga. 
                                                                         Beatriz Pérez Lacalle, Psicóloga especialista en niños y adolescentes.